viernes, 12 de junio de 2015

EL SISTEMA PENITENCIARIO DE NORUEGA



EL SISTEMA PENITENCIARIO DE NORUEGA

Su filosofía puede resumirse en una frase: «Si les tratas como hombres, se comportarán como hombres».

AUTOR: RICARDO ALVARO OQUENDO HUAMAN

Alumno de la Maestría de Derecho Penal y Procesal Penal de la UNSA

Noruega siempre ha sido conocida por su sistema penitenciario verdaderamente humano, por lo que el lugar más deseado a donde quieren llegar todos los prisioneros – es una isla noruega de Bastoy. Allí se encuentra, posiblemente, la ciudadela del orden más celestial entre todos los centros penitenciarios existentes. De acuerdo con el grado de lealtad se puede ser comparado con él sólo la prisión en la ciudad venezolana de San Antonio.
Situado a sólo una hora en coche desde Oslo, la isla Bastoy es un lugar hermoso, sólo accesible por el transporte de agua. Hay varias playas equipadas con pistas de tenis e incluso una sauna. En lugar de estar en una cárcel, 115 prisioneros de esta prisión increíble viven en las casas cómodas de madera.
Lo que nunca fue en la isla de Bastoy es el alambre de púas y las guardias enfadados con ametralladoras y pastores alemanes. Y esto es a pesar del hecho de que aquí viven los criminales más desesperados de todo tipo, desde los traficantes de drogas y estafadores a violadores y asesinos.
Lo que toca al régimen de detención, la responsabilidad primaria de cada prisionero es el trabajo. Todos tienen un trabajo donde deben estar desde 8:30 a 15:30. Cada día los prisioneros reciben un salario de 10 $ y pueden gastarlo para una comida en una tienda local, de este modo ellos proporcionan el desayuno y la cena como quieren. El almuerzo es obligatorio para todos, lo cocina el chef del campo – tanto para los prisioneros como para los guardias. Además, varias veces al día los prisioneros están obligados a registrarse.

El objetivo de prisión de la isla de Bastoy no es para ofender a los buenos ciudadanos de Noruega, mimar a los delincuentes, en lugar de castigar, sino para cambiarlos y permitir a dejar de nuevo en la sociedad. “Lo más importante – es crear una situación en la que los prisioneros serán capaces de abrirse de nuevo para empezar de nuevo respetar de sí mismos”, – dice el jefe de la colonia Arne Kvelnick Nielsen.
Como sorprendente se puede parecer, pero el método de esta prisión fabulosa funciona. Según las estadísticas, el 20% de los delincuentes que habían estado en cárceles noruegas, de nuevo entran aquí varios años después de la liberación. Y de los que tuvieron la oportunidad de pasar tiempo en la isla de Bastoy, sólo el 16% vuelven en una prisión de nuevo.




LA VIDA EN LA CÁRCEL DE BASTOY
UBICACION

La cárcel de Bastøy está situada en una pequeña isla del fiordo de Oslo, a 75 kilómetros al sur de de la capital noruega, y goza de unas vistas privilegiadas de la hermosa costa de Vestfold. Sus 115 reclusos no viven en celdas, sino en tradicionales casas de madera. Pueden pasear en bicicleta, ir a la playa o practicar el tenis, el esquí y la equitación. También mantienen una granja que contribuye a que la suya sea, en palabras del alcaide, “la primera prisión ecológica del mundo”. 

Sin rejas ni alambradas, con solo cinco guardas de noche y la constante visita de turistas, esta cárcel insular se ha vendido durante años como la joya de la corona del sistema penitenciario noruego, considerado uno de los más progresistas del mundo. Incluso el activista Michael Moore utilizó el ejemplo de este pequeño Alcatraz nórdico en su documental Sicko, para ejemplo de que en Noruega, el bienestar social escandinavo es un derecho al tienen acceso hasta los más abyectos criminales.


MODELO DEL SISTEMA PENITENCIARIO

Allí dentro la convivencia entre los guardias de seguridad, que en su mayoría no portan armas, y los 252 reclusos que viven dentro es armónica y distendida. Se les permite dibujar graffitis en los paredones a modo de distracción y para aminorar el encierro.
Además, las familias de los delincuentes cuentan con una pequeña zona urbanizada para hospedarse mientras realizan las visitas.
Pena máxima. El fiscal de la capital noruega encargado del clamoroso caso, Christian Hatlo, es consciente que en el sistema penal de su país la máxima pena de cárcel contemplada por las leyes es de 21 años.
Para entender la filosofía noruega con respecto a las prisiones, primero hay que entender cómo se desarrolla la vida en una prisión de baja seguridad como Bastoy. Hay pocas reglas aquí. Los prisioneros pueden tener televisores en sus cuartos, siempre que los traigan de “afuera” cuando reciben la sentencia. Usan la ropa que quieran: mezclilla, playeras. Ni los guardias usan uniforme, por lo que es imposible distinguir a un funcionario de un traficante de drogas. Todos trabajan en Bastoy, y los prisioneros deben asistir a su trabajo de 8:30 de la mañana a 15:30 de lunes a viernes. Algunos son jardineros, otros granjeros. Algunos talan árboles y juntan leña para las chimeneas. Todos se mueven libremente durante estas tareas. Los guardias están presentes a veces, pero no siempre. Nadie usa grilletes o brazaletes electrónicos de monitoreo. 
La idea es que la prisión funcione como un pequeño pueblo autoustentable. Los internos reciben un sueldo por su trabajo. Cincuenta y nueve coronas noruegas por día, aproximadamente 10 dólares. Pueden ahorrar ese dinero o gastarlo en la tienda local. Además, reciben 125dólares por mes para su comida. Los internos que trabajan en la cocina sirven la cena a los residentes de Bastoy todos los días. Para el desayuno y el almuerzo, los internos usan su dinero y realizan compras en la tienda local para cocinar en su casa. Muchos viven en pequeñas casas con cocinas totalmente equipadas. 
El objetivo, dice Nilsen, es crear un entorno donde las personas puedan construir su autoestima y reformar sus vidas. La prisión, dice Nilsen, les da la posibilidad de ver que son valiosos, “de descubrir que no soy tan mala persona”. En las prisiones cerradas, los internos son tratados como “animales o robots”, dice, pasando de un lugar a otro sin poder decidir dónde estar. Aquí, se obliga a los internos a tomar decisiones, a aprender cómo ser mejores personas.
Sin duda, los prisioneros aprecian este enfoque. Kjell Amundsen, un hombre de 70 años que dice que está en prisión por un delito financiero, estaba aterrorizado el día que abordó el ferry a Bastoy. Hace algunos días, limpiaba el vivero mientras sonaba Imagine, de John Lennon, en la radio. “Creo que es maravilloso estar en una prisión como ésta”. Piensa seguir con este trabajo una vez que cumpla su condena. “Cuando salga, viviré en un departamento, pero estoy convencido de que debería tener un jardincito”, dice. Algunos prisioneros van a clases en un edificio al estilo bávaro cerca en el centro de la isla. Una tarde de hace algunos días, tres jóvenes aprendían a usar programas de computación para crear modelos de automóviles en 3-D. Todos dicen que están interesados en seguir con este trabajo una vez que salgan de prisión. 
Tom Remi Berg, un hombre de 22 años  que dice que está preso por tercera vez luego de una riña en un bar y de golpear a un hombre hasta casi matarlo, dijo que finalmente está aprendiendo la lección en Bastoy. Trabaja en la cocina y tiene planeado formarse como chef cuando salga de prisión. También toca en la banda de blues de la prisión y vive con sus compañeros de la banda. 

COMODIDADES DEL SISTEMA PENITENCIARIO

En las cárceles de alta seguridad de este país nórdico violadores, asesinos y traficantes de droga conviven en lo que parece un «bungalow» de lujo para las perfectas vacaciones. Los presos comparten televisión de pantalla plana, vídeoconsola, DVD, gimnasio y hasta un «office». En el mejor de los casos incluso pueden darse un baño en un jacuzzi de lujo, relajarse nadando en la playa o ensayar con la banda de la prisión.
Anders Breivik, el «asesino de Oslo», que mató a 77 jóvenes del Partido Socialista noruego en 2011, reside en la actualidad en una cárcel de este tipo.
Estas instalaciones que suponen una inversión faraónica, inconcebible para economías como la española, pero que llevan a Noruega a gozar de una de las tasas de reinserción más altas de toda Europa. Si en España el índice de reincidencia penitenciaria ronda el 15%, en nuestro país se sitúa año tras año cerca del 50%. Su filosofía puede resumirse en una frase: «Si les tratas como hombres, se comportarán como hombres».



EL CONTROL Y SEGURIDAD EN LA CARCEL DE BASTOY

Los prisioneros tienen que presentarse ante las autoridades varias veces al día para que los guardias sepan que siguen en la isla. Solo necesitarían robar uno de los botes de la prisión para cruzar el canal, dicen muchos internos. Sería relativamente fácil escapar. En el pasado, algunos prisioneros trataron de escapar. Uno nadó hasta la mitad del canal y se enredó con una boya. Comenzó a gritar para que lo rescataran, dicen los funcionarios de la prisión. Otro logró cruzar el canal con un bote robado, pero fue detenido del otro lado. Sin embargo, muchos no quieren escapar. Si lo intentan y no lo logran, serán trasladados a una prisión de mayor seguridad y sus sentencias podrían extenderse. 
Cuando los internos llegan a la prisión en la isla, el gobernador Nilsen les da una plática. En ella dice, entre otras cosas: Si ustedes se escapan y logran llegar a tierra, por favor busquen un teléfono y llamen para saber que están bien y “para que no tengamos que enviar a la guardia costera a buscarlos”. 
Este tipo de confianza podría parecer sorprendente o ingenua desde afuera, pero es la base de la existencia de Bastoy. Solo tres o cuatro guardias custodian de noche la isla con este grupo de hombres condenados por delitos graves. Si los guardias llevaran armas (cosa que no hacen), esto podría motivar a los internos a llevar armas también, dice Nilsen. Para complicar más la situación de seguridad, algunos internos, mientras se acerca la fecha de su libertad, tienen permiso para dejar la isla durante el día para asistir a clases. Se espera que regresen a su libre albedrío. 
Los internos son controlados para ver que estén estables mentalmente y que no vayan a planear un escape antes de llegar a Bastoy. La vasta mayoría, el 97%, según Nilsen, ha cumplido parte de sus sentencias en prisiones de mayor seguridad en Noruega. En los cuatro años en que Nilsen ha dirigido la prisión, no ha habido incidentes de violencia “serios”, dice. Cuando llegan a Bastoy, los internos ven la isla como un alivio. 


"SIGUE SIENDO UNA PRISIÓN"

Hay una pregunta que se les hace frecuentemente a los internos: ¿Cuándo termine su sentencia, querrá irse? La respuesta, a pesar de las buenas condiciones, es siempre un enfático sí. "Sigue siendo una prisión”, dice Luke, de 23 años. 
Hay solo 3,600 personas en prisión en este país, en contraste con 2.3 millones en Estados Unidos, según el Bureau of Justice Statistics. En relación con su población, Estados Unidos tiene aproximadamente 10 veces más internos que Noruega. Más del 89% de las sentencias a prisión de Noruega son por menos de un año, dicen los funcionarios. En las prisiones federales de Estados Unidos, las sentencias más largas son mucho más comunes, con menos de un 2% de los internos que cumplen condenas de un año o menos, según el Federal Bureau of Prisons. Algunos investigadores apoyan los esfuerzos de Noruega para relajar las sentencias. Piense en una prisión como si fuera el trabajo de un padre formando a su hijo y comienza a tener sentido, dice Mark A.R. Kleiman, profesor de políticas públicas de UCLA y autor de When Brute Force Fails.  
"En Estados Unidos, si el sistema de justicia criminal fuera un padre, diríamos que es abusivo y negligente”. Kleiman dice que las víctimas tienen derecho a ver a los delincuentes castigados. Pero en Noruega, un país con uno de los estándares de vida más altos del mundo, la permanencia en una isla que se parece a un lugar de vacaciones puede sentirse como un castigo para muchos, dice. 
La investigación también sugiere que los programas como Bastoy que capacitan a los internos para su transición de regreso al mundo libre ayudan a los prisioneros a readaptarse. 
"Hay extensa evidencia de que la rehabilitación funciona mucho mejor que el castigo para reducir las posibilidades de reincidencia”, dice Gerhard Ploeg, asesor senior del Ministerio de Justicia, que supervisa el sistema correccional de Noruega. "Todo se hace en pos de la reintegración”, agrega. “No se va a encontrar un día parado en la calle con la bolsa de plástico con la que ingresó a la prisión”. 

UN ASESINATO MASIVO DESAFÍA EL SISTEMA

Las políticas inusuales de las prisiones noruegas han estado bajo la mira internacional luego de una serie de bombas y asesinatos durante el año pasado, en los cuales murieron 77 personas, entre ellas niños. Existe la posibilidad, si bien es mínima, de que Anders Behring Breivik, que confesó ser el autor de estos crímenes, cumpla su condena en Bastoy, una de las prisiones abiertas de Noruega, dice Nilsen. Es más probable que Breivik sea enviado a muchas de las prisiones “cerradas” de Noruega, que se parecen mucho más a las prisiones estadounidenses. 
También podría quedar en libertad algún día. Noruega tiene una sentencia máxima de 21 años, que pueden extenderse solo cuando un interno se considera una amenaza real e inminente para la sociedad. El país espera que casi todos los prisioneros se reintegren a la sociedad, lo cual influye en sus esfuerzos para crear un ambiente de prisión que reduce las tasas de reincidencia. 
"Lo que deberíamos preguntarnos es, '¿Qué tipo de persona quiero como vecino?”, dice Ploeg. "Aún así, es probable que la sentencia de Breivik se extienda al punto de que pasará el resto de su vida en una prisión de alta seguridad, dice. O podría quedar bajo cuidado psiquiátrico de por vida. El caso de Breivik desafía a un sistema que espera poder adaptarse para todos. El caso ha provocado niveles inusuales de ira poco característica de Noruega, que se jacta de ser un centro de mediación de conflictos y de derechos humanos, un lugar que es sede de la ceremonia del Premio Nobel de la Paz y tiene uno de los mejores estándares de vida en el mundo.  

EL CONTROL DE LA IRA 

Bjorn Ihler, un joven de 20 años que pudo escapar al tiroteo de Breivik sumergiéndose en el océano con dos niños mientras las balas volaban hacia ellos, dice, “es muy importante que no dejemos que este terrorista cambie nuestra manera de pensar y la manera en la que funcionan las cosas”. 
"El sistema penitenciario de Noruega se basa en el principio de lograr la reintegración de los delincuentes a la sociedad, y de alejarlos de su vida delictiva, y que obtengan trabajos normales", dice. No sabemos cómo se sentiría si Breivik fuera liberado, pero quisiera que el sistema funcionara como siempre. "Por lo tanto, las prisiones deben estar más enfocadas en llevar a las personas a un lugar donde sean capaces de llevar una vida normal, lejos del delito. Y es la mejor manera de preservar la sociedad del delito, creo”. 

MIRAR AL FUTURO

Estos esfuerzos intentan ayudar a personas como Vala, el gigante gentil que estranguló a su novia, a prepararse para su reinserción en la sociedad cuando se cumpla sus 10 años de condena. Luego de asistir en el nacimiento de un ternero, dice Vala, se apoyó en la cerca próxima al corral de la vaca y reflexionó sobre su vida y la muerte que lo trajo a este lugar. No se le pasó por alto el hecho de que había usado sus manos para terminar con una vida y para ayudar a otra a empezar. "Me quedé allí por seis horas”, dijo. “Era muy bello”. 
La noche en que asesinó a su novia, dice Vala, se cegó y recién se dio cuenta de lo que había hecho cuando su novia ya estaba muerta. "Nunca peleamos”, dice. “Por eso no sé qué pasó”. Se sintió indefenso y fuera de control cuando tomó conciencia de lo que había hecho. 
Pero ahora está tratando de recuperarse. Decidió dejar de beber para siempre. Y cuando trabaja con animales, dice, siente que lo invade una nueva calma. Es un cambio que también han notado los guardias. Sigurd Vedvik dice que conoció a Vala cuando cumplía la primera parte de su sentencia en una prisión de alta seguridad. Vedvik estaba estudiándolo para ver si podía ingresar a Bastoy. Vala apenas podía comunicarse. Parecía destruido. "Cuando llegó aquí, temía a muchas personas”, dice Vedvik, que se considera más un maestro o un trabajador social que una persona que se encarga de la seguridad. 
Ahora Vala ha hecho amigos. Habla más. Se hace cargo de las vacas que tiene a su cuidado. Les acaricia el cuello con ternura como si temiera lastimarlas. Cuando Vala salga de Bastoy, tiene planes de ingresar en el negocio de la construcción y esperar encontrar el modo de seguir trabajando con animales. "Estoy tratando de pensar en mi futuro”. Es algo que no podía hacer antes del asesinato. Y fue necesaria una prisión elegante, con ganado y caballos, para que llegara a este estado.


 
JAULA DE ORO AL PRESO QUE PERPETRO LA MAYOR MATANZA  EN NORUEGA: ANDERS BREIVIK

Pero la confianza de la opinión pública noruega en su sistema penitenciario ya no es lo que era. Con el comienzo del juicio a Anders Breivik, que perpetró la mayor matanza en el país desde la II Guerra Mundial, se ha sabido que el ultraderechista disfruta en su arresto de una serie de comodidades que muchos juzgan demasiado confortables para alguien que se enorgullece de haber asesinado -y que afirma que “volvería a hacerlo”- a 77 inocentes, la mayoría menores de 20 años.
El asesino de Utoya está aislado del resto de presos para proteger su integridad física, Breivik no ha pasado los últimos meses en celda alguna, sino en un módulo de aislamiento de la cárcel de Illa, en las afueras de Oslo, que en realidad son tres espacios distintos: una habitación, un gimnasio y un pequeño estudio privado. Entre otras prebendas, dispone de una televisión con decenas de canales, un ordenador y una completa colección de DVDs, y juega diariamente con videojuegos. El tristemente conocido como asesino de Utoya lee los periódicos por las mañanas, pasea antes de comer y escribe todas las noches. También recibe cientos de cartas de admiradores, que los funcionarios le hacen llegar cumplidamente después de que las autoridades penitenciarias decidiesen hace unos meses levantar el embargo que pesaba sobre su correspondencia. Medita, hace ejercicios de relajación y practica el bushido japonés. Según su psiquiatra, Randi Rosenqvist, Breivik habría reiterado en varias ocasiones que su estancia en la cárcel a la espera de juicio ha sido como estar “en una guardería”.
Es el modo desafiante con que se expresa este fundamentalista, que incluso ha podido escribir y hacer llegar una carta abierta al pueblo noruego, difundida hace unas semanas por varias webs escandinavas. En ella se denomina “activista político” y se enorgullece de los asesinatos, que juzga necesarios para frenar la “invasión islámica” y atajar el “marxismo cultural”. 

CUMPLIRÁ 21 AÑOS EN LA CÁRCEL “MÁS HUMANA DEL MUNDO”

Es más de lo que muchos noruegos parecen dispuestos a tolerar, especialmente a sabiendas de que Breivik no pasará más de 21 años en la cárcel -el máximo legal en el país- y de que, con toda probabilidad, no irá a la prisión de máxima seguridad de Noruega, la de Ringerike, destino habitual de los criminales más violentos. El azar quiso que esta prisión esté a orillas del Tyrifjorden y tenga unas magníficas vistas de la isla de Utoya, donde Breivik perpetró su matanza. El asesino, de hecho, fue internado allí en un primer momento, pero después sería trasladado a la cárcel de Illa a la espera de juicio. El responsable de la autoridad penitenciaria noruega, Knut Arme Svenkerud, declaró entonces a la prensa que “sería éticamente censurable tenerlo detenido en Ringerike, donde tendría vistas de Tyrifjorden”.
Por esta razón, se especula con que Breivik pudiera ser destinado de forma definitiva a la prisión de Halden, la segunda más grande Noruega. Inaugurada en 2010, es la que ofrece más seguridad, pero también ha sido descrita en más de una ocasión como “la cárcel más humana del mundo”. Cuenta con baños individuales y monitores de plasma en cada celda, cocinas compartidas, un estudio artístico, clases de cocina, música y pintura y hasta una pared de roca artificial para practicar la escalada. El día de su inauguración, el arquitecto Per Hojgaard Nielsen aseguró a la prensa que “muchos de los prisioneros vienen de hogares conflictivos, por lo que hemos querido crear una sensación de familia”. Los guardas de la institución son por igual hombres y mujeres, van desarmados -para no dar lugar a una “intimidación innecesaria”- y hasta participan en el coro del presidio. Los prisioneros, por su parte, tienen libre acceso a la mayor parte de las instalaciones y rellenan periódicamente un cuestionario para informar de cómo podría mejorar su experiencia en la cárcel.

UNA HISTORIA QUE SE REPITE

Muchos se dicen poco dispuestos a que Breivik repita la experiencia de Arnfinn Nesset, el que fuera, hasta él, el mayor asesino en serie de la historia noruega. Nesset asesinó a 22 ancianos en la década de los 70 y fue destinado a la paradisíaca cárcel de Bastøy, en la isla homónima del fiordo de Oslo, donde cumplió su pena paseando en bicicleta, practicando la equitación y atendiendo la granja comunitaria. Al final, se le conmutó un tercio de su condena por buen comportamiento y salió a la calle tras cumplir 14 años de cárcel. Poco más de siete meses de confinamiento por cada una de las personas a las que asesinó.
Noruega tiene unos de los niveles de criminalidad y reincidencia delictiva más bajos del mundoEn el caso de Breivik, y cuando sólo se ha celebrado una semana de juicio -de las diez previstas-, el rigor garantista del sistema judicial noruego parece, de momento, estar inclinando la balanza a su favor. Uno de los miembros del jurado ha sido apartado después de saberse que, el día de la masacre, escribió en su perfil de Facebook que lo único que merecía Breivik “es la pena de muerte”. Y el primer peritaje psiquiátrico al que fue sometido el asesino lo diagnosticó de esquizofrenia -lo que impediría que vaya a prisión-, aunque un segundo haya concluido que el asesino es un individuo perfectamente sano. También se le ha permitido leer un delirante discurso de más de una hora de duración -pese a que sólo tenía derecho a 30 minutos- y elegir como abogado a un célebre letrado sueco especializado en la defensa judicial de neonazis y criminales ultraderechistas.
Y es que “en Noruega, todos y cada uno de los internos serán liberados algún día”, explica a la prensa uno de los responsables de la prisión de Bastøy. “Es una de las razones por las que tenemos un sistema así. En algún momento, el preso se convertirá en el vecino de alguien”. El principio resocializador parece funcionar en un país que no sólo tiene uno de los niveles de criminalidad más bajos del mundo, sino también una reducidísima tasa de reincidencia: sólo un 20% de los reclusos noruegos acaba de nuevo en prisión en los dos años después de cumplir su condena, frente al 50-60% de media en Reino Unido o Estados Unidos. “En las prisiones noruegas ponemos el foco en el respeto y los derechos humanos”, explicaba en 2010 Are Hoidal, alcaide de la prisión de Halden. “Nada de esto nos parece inusual”.
El primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, aseguró poco después de la matanza que Noruega respondería con “más apertura y más democracia” y que las atrocidades de Breivik no cambiarían al país. Casi un año más tarde, muchos noruegos cuestionan si su sistema judicial y penitenciario no necesita, en efecto, una transformación. Sólo el tiempo dirá su Breivik conseguirá, a fin de cuentas, su ambición de “cambiar Noruega para siempre

COMENTARIOS
Esto significa que, aún condenado a la máxima de las penas posibles, Breivik podría terminar siendo liberado a los 53 años, algo que gran parte de la opinión pública local no está dispuesta a aceptar, ante el impacto que creó la doble matanza del viernes pasado.
La única posibilidad jurídica a la que puede aún aferrarse la fiscalía es la de una incriminación por crimenes contra la humanidad, una figura delictiva introducida en el 2008 y para la cual el código penal noruego prevé una pena máxima de hasta 30 años de cárcel.
Sin embargo, muchos observadores señalan que dadas las características de las matanzas del viernes en Oslo y la isla de Utoya es difícil que el tribunal penal le reconozca esta acusación a Breivik.
Sea como fuere, ahora la fiscalía debe demostrar no sólo que los delitos de Breivik fueron más que simples actos de terrorismo -motivo por el cual al joven se le aplicaron ocho semanas de detención preventiva, de las cuales cuatro en total aislamiento- sino que actuó de forma lúcida y fría, preparando minuciosamente su matanza durante años.
Paradójicamente, el fiscal Hatlo podría terminar siendo ayudado por el mismo joven incriminado, que aparentemente no tiene ninguna intención de permitirle a su abogado que alegue la incapacidad mental ante la corte de Oslo, ya que está convencido que actuó de modo racional y que "en unos 60 años todos me agradecerán por lo que hice".
Lippestad aclaró en una conferencia de prensa que actuará "de manera profesional, y por supuesto si a mi cliente no le gustará mi línea de defensa podrá de todas formas elegirse otro abogado".
Por su parte, la policía sigue intentando recoger información sobre las presuntas células extremistas con las que Breivik dijo estar en contacto, ya que la existencia de una conspiración terrorista excluye la posibilidad de un acto irracional individual, pero hasta ahora no ha encontrado pruebas decisivas.

1 comentario:

  1. Muy buen trabajo, me gustaría si es posible que pudieras dedicar un análisis a la función penitenciaria, teniendo en consideración de cómo se realiza el trabajo por parte de los guardias y su trabajo, sus fundamentos legales para ejecutar su misión.

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